Mercurio, Venus, La Tierra y Marte; Júpiter, Saturno, Urano y Neptuno. Estos son los 8 planetas que forman parte del sistema solar.
Los cuatro primeros, Mercurio, Venus, La Tierra y Marte, tienen algo en común: todos se sitúan en las órbitas más cercanas al Sol, cuentan con un núcleo metálico en su interior y están conformados por materiales sólidos, por lo que reciben el nombre de planetas rocosos o planetas interiores.
Antaño se consideró y se bautizó a estos 4 planetas como gigantes gaseosos, sin embargo, a día de hoy los astrónomos consideran que en nuestro sistema planetario solo 2 planetas atienden a esta a esta definición: Júpiter, el planeta mas grande del sistema solar, y Saturno, el planeta famoso por sus anillos. En el caso de Urano y Neptuno, que en el pasado se incluían en esta categoría, ahora son considerados como gigantes helados; la razón es que están constituidos principalmente por hielo, roca y gas.
MERCURIO
El cinturón de asteroides es una región del sistema solar situada entre las órbitas de Marte y Júpiter que albera una gran cantidad de pequeños objetos formados por roca y hielo, en su mayoría asteroides, los cuales se cree que son los restos de un planeta que nunca llegó a formarse debido a la influencia gravitatoria de Júpiter. Más de la mitad la masa total del cinturón está contenida en 5 objetos: Ceres, el planeta enano; y los asteroides Palas, Vesta Higia y Juno.
El cinturón de Kuiper es una región del sistema solar situada más allá de la órbita de Neptuno. Es similar al cinturón de asteroides, pero es mucho más grande: 20 veces más ancho y hasta 200 veces más masivo, y al igual que este, se compone principalmente de pequeños objetos residuales de la formación del sistema solar, en este caso compuestos principalmente por agua, metano y amoniaco en forma de hielo.
La nube de Oort es una nube esférica de objetos que se encuentran más allá de la órbita de Neptuno, hasta a un año luz de distancia del Sol. Según las estimaciones, esta nube podría albergar entre 1.000 y 100.000 millones de objetos formados por hielo, metano y amoníaco que podrían sumar una masa de 5 veces la del planeta Tierra.
Esta protoestrella, es decir, nuestro Sol en estado gestación, continuó atrayendo gas y materia formando un disco de material alrededor de la misma y a partir del cual se formarían los planetas. Posteriormente, la protoestrella alcanzaría una densidad y presión suficiente como para que en su interior se iniciasen los procesos de fusión nuclear que caracterizan a estos astros, convirtiendo en su seno el hidrógeno en helio, y dando lugar a su vez al origen del viento interestelar que limpió de escombros las órbitas de los planetas actuales.
Durante todo este proceso y a partir de todo el material que no se incorporó al Sol, también se formaron los planetas, lunas o asteroides. Como decíamos, este material formó un disco masivo alrededor del Sol primitivo. En el interior del disco quedaron los materiales más pesados, los cuales se unieron a causa de la misma gravedad dando origen a los planetas rocosos. Tras formarse el Sol, el viento solar también arrastró los materiales más ligeros al exterior del sistema solar, donde se produjo la formación de los gigantes gaseosos.
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